lunes, 14 de diciembre de 2015

Rumorosas pestañas

Rumorosas pestañas
de los cañaverales.
Cayendo sobre el sueño
del hombre hasta dejarle
el pecho apaciguado
y la cabeza suave.

Ahogad la voz del arma,
que no despierte y salte
con el cuchillo de odio
que entre sus dientes late.

Así, dormido, el hombre
toda la tierra vale.

Miguel Herández

martes, 21 de julio de 2015

Pájaro Azul

Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
Le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

Luego lo vuelvo a meter,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?

Charles Bukowski

Todo


Los muertos no necesitan aspirina
ni pena.
Supongo.

Pero tal vez necesiten lluvia
no zapatos,
pero un lugar donde caminar.

No cigarros,
nos dicen,
pero un lugar para arder.

O nos han dicho:
espacio y un lugar donde volar
podrán ser lo mismo.

Los muertos no me necesitan.
Ni tampoco los vivos.

Pero tal vez los muertos se necesitan
a sí mismo.

De hecho, los muertos tal vez
necesiten todo
lo que nosotros necesitamos.

Y nosotros necesitamos tanto.
Si tan sólo supiéramos qué.

Tal vez sea todo.

Y probablemente moriremos
tratando de obtenerlo.

O moriremos
porque no lo obtenemos.

Espero que entiendas,
cuando yo esté muerto.

Que obtuve
lo más que pude.



Charles Bukowski

sábado, 24 de enero de 2015

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Un tiempo anémico recorre
el ojo listo, la mano calienta
la danza de las piedras, todo
lo que no es matemático,
el sauce en su madera quieta, la
pretensión de un mar humano
y su familia, fábrica
de rincones, pasillos, códigos
que la existencia desconoce.
Perros sin dueño pasan
por esas calles lentas,
hechas de pasos adelante, atrás
llegan dentro del amor.
La tarde del otoño se curva
operada por aires sin
miserias, ni cárceles,
la hermosura que vaga
agarrada a todas las cosas.
Palabras sangran, lastimaduras
de caerse en efectos visibles,
luchas viejas. Se separó
la lengua de verbos calumniados.
La tempestad de la locura
barre sus lazos íntimos
con el amordolor.

Juan Gelman