sobre la espalda, recorro
–mapa y carpetas en mano–
una manzana tras otra
llenas de breves pasaje
sal otro mundo. Trazados
como pedazos de letras
sobre los planos sin sombra
de la ciudad. De este modo
escrita para aves y aviones
medianos, la prosa dispersa
y fuera de foco, que pueblo
de pasos fortuitos. La calle
que busco carece de números.
La plaza cercana no existe.
Me siento a observar los dibujos
de polvo que el viento deshace
y anoto entre mis formularios:
la calle ha cambiado de nombre.
Andres Anwandter
No hay comentarios:
Publicar un comentario