domingo, 21 de octubre de 2012

Un segundo después

Un segundo después
valen lo mismo
los puentes de la fe y la barricada
honesta del ateo,
el sabio y el inculto,
la espera, el desespero,
las heridas caudales del sentido.
Un paso más allá
del paso último,
sirven malas por buenas.

Lo que creímos ser en el teatro
que nos tuvo soñando tan despiertos
se desvanece en polvo de cordeles,
y ya no importa a nadie
quién se puso la máscara del reo
y quién la del verdugo;
quién fuera el burlador
que escribió esta tragedia
con tinta que se borra,
con sangre que nos vuela.

Más adelante a mirarme
--- ¿quién se atreve?---
en el negro, en el duro
espejo de la muerte
y todo se hizo claro y fue mullido.

Un segundo después,
cuando se ha replegado
la dura violeta y no se halla
ninguno que recuerde
si hubo aquí alguna deuda, algún aroma;
un segundo después
que alguien me diga
si encuentra la diferencia en lo que somos,
si acaso fuimos dos,
si por ventura fuimos.

Vicente Gallego

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